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Congelación de óvulos por motivos sociales

Congelación de óvulos por motivos sociales

Actualmente muchas mujeres se ven en la tesitura de elegir entre dar prioridad a la consolidación profesional frente a su vida familiar. La incorporación femenina al mercado laboral, entre otros factores, ha ocasionado un progresivo retraso de la maternidad siendo actualmente la edad media de las madres primerizas de 31,9. Sin embargo, en muchas ocasiones estas decisiones se toman sin ser  conscientes de los límites de la fertilidad humana.

Sabemos que la probabilidad de embarazo de una mujer cae de forma dramática con la edad y por tanto aunque una mujer de 35-40 años hoy en día se considera joven, su edad biológica y reproductora sigue siendo irremediablemente la misma que la de su madre o su abuela.

Eso es debido a que la mujer nace con un número de óvulos fijo, y los va gastando desde que nace hasta la menopausia y a medida que pasan los años van quedando menos y de menor calidad. Es este retraso de la maternidad precisamente el principal factor de riesgo de esterilidad, y en muchos casos está obligando a las parejas a recurrir a tratamientos de fertilidad.

El perfil de las pacientes que acuden a las clínicas de fertilidad ha cambiado. La edad media ha aumentado de forma significativa en los últimos años, alcanzando los 39 años.  Lo cierto es que las posibilidades de embarazo con ovocitos propios a partir de los 40, incluso con técnicas de fecundación asistida, es muy baja, y a partir de los 43 años es altamente improbable.

Gracias a los avances en las técnicas de criopreservación las mujeres pueden actualmente tomar la decisión de congelar sus óvulos antes de que se produzca una disminución de la reserva ovárica, de manera que una vez se planteen descongelarlos para buscar el embarazo mantendrían el potencial reproductivo de cuando fueron congelados.

Con la incorporación de la vitrificación es posible obtener tasas de supervivencia  superiores al 90%, y existen estudios recientes que avalan la eficacia de la técnica en este grupo de pacientes, mostrando tasas de embarazo similares a las que se obtendrían usando óvulos frescos.

Es importante no obstante, no generar falsas expectativas cuando se ofrece esta alternativa a las pacientes, por lo que es necesario conocer la eficacia de los óvulos vitrificados para tomar decisiones adecuadas. Las cuestiones principales que surgen en este planteamiento son cuando congelar y cuantos óvulos hacen falta para maximizar las opciones de embarazo.

Obviamente, cuantos más ovocitos mejores serán las expectativas, que van a estar a su vez condicionadas de manera directa por la edad de la mujer. Los resultados como es de esperar caen con la edad, pero además también se ha observado que la tasa de supervivencia es considerablemente menor a edades más avanzadas, fenómeno asociado a una calidad ovocitaria disminuida.

La recomendación por tanto, atendiendo a aspectos de coste-beneficio, sería congelar óvulos entre los 30 y 35 años (o a edades más tempranas si se prevé una perdida prematura de la reserva ovárica). Se estima además que por debajo de 35 años, con 12-15 ovocitos se obtendrían tasas de éxito razonables de entre el 70% y 80%. Por encima de los 36 años estas recomendaciones deberían ser individualizadas de acuerdo a las características de las pacientes.

Jaime Guerrero, Director de la Unidad Operacional de Ovodonación del Instituto Bernabeu.

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