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¿Debo llevar a mi niña al ginecólogo?

¿Debo llevar a mi niña al ginecólogo?

Muchas madres y padres se preguntarán si es necesario llevar a su hija al ginecólogo.

Si bien no existe una edad específica en la cual una niña debe acudir por primera vez a un ginecólogo. Si es importante identificar aquellas situaciones que puedan ser patológicas, por lo que se requiera la evaluación de un profesional especializado.

Las niñas poseen unas condiciones anatómicas, fisiológicas e higiénicas que las diferencian de la adolescente y de la mujer adulta, y las hacen especialmente susceptibles a presentar flujos vaginales anormales, enrojecimiento, ardor al orinar y/o picor, siendo estos síntomas de uno de los motivos mas frecuentes de consulta: las vulvovaginitis infantiles.

La recién nacida suele producir una secreción mucosa debido a los estrógenos provenientes de la madre, situación que dura entre 2-3 semanas. Pero posteriormente, el epitelio que recubre la vagina se hace bajo en estrógenos, lo que constituye el factor fundamental que hace a la mucosa vaginal susceptible a la infección en este grupo de edad. Esta mucosa es delgada, y tiene un pH alcalino que la hace más sensible a la invasión por bacterias patógenas.

Aspectos de riesgo

Otros factores predisponentes en niñas son la menor protección de la vagina por escaso desarrollo de los labios mayores y menores, la ausencia de vello pubiano, y la presencia de un himen delgado y amplio, lo que permite una mayor exposición de la misma a la contaminación bacteriana y viral a partir del ano, sobre todo durante sus deposiciones y durante el juego.

Sin embargo, la mayoría de las vulvovaginitis en este grupo de edad son inespecíficas y secundarias a malos hábitos higiénicos o irritantes locales (jabones perfumados, geles, etc.).

Otras causas menos frecuentes son, la presencia de oxiuros (parásitos), cuerpos extraños vaginales (restos de toallitas o papel higiénico, u otros objetos como monedas, tapones de botellas o pequeños juguetes), hongos o infecciones de transmisión sexual (en los casos en los que se sospeche abuso sexual).

Tratamientos para curar o prevenir la vulvovaginitis pediátrica

La mayoría de estas vulvovaginitis no requieren tratamiento antibiótico y responden bien a tratamientos tópicos locales y medidas higiénicas sencillas como:

  • Evitar mallas, leotardos o medias apretadas.
  • Cambio frecuente de ropa interior. Realizar un doble aclarado en esta ropa para evitar irritantes residuales tras el lavado habitual.
  • Prestar especial atención a la limpieza de la zona anal tras la defecación, que siempre debe ser de adelante a atrás, para evitar la introducción de bacterias patógenas o material fecal en la zona vulvovaginal.
  • Baño diario en agua tibia sin jabón irritante de la zona vaginal.
  • Si la vulva está muy enrojecida o inflamada, son de utilidad la aplicación de compresas con agua fría, y el uso de algún emoliente que ayude a proteger la piel y la mucosa de la zona.

Sangrados vaginales en la infancia

Otro síntoma que puede preocupar a la madre en la infancia, es la presencia de sangrados vaginales. En las recién nacidas, suele deberse a la supresión hormonal brusca proveniente de la madre, pero ya en la infancia, puede ser una forma de presentarse la pubertad precoz.

En la adolescencia, los sangrados genitales anormales generalmente son producto de la lenta maduración del eje que controla la función del ovario (hipotálamo-hipófisis-ovárico). Lo cual causa ciclos anovulatorios (no ocurre adecuadamente la ovulación) y sangrados uterinos anormales llamados disfuncionales.

En cualquier caso, es importante la correcta valoración por un ginecólogo para descartar otras causas de sangrado. Como las provocadas por tumores productores de hormonas, orgánicas (neoplasias, pólipos, etc.), infecciosas, endocrinas (diabetes, alteraciones de la tiroides, etc.), traumatismos, cuerpos extraños y alteraciones de la coagulación. Para de esa forma obtener la orientación adecuada y el tratamiento más apropiado.

Otras patologías pediátrico ginecológicas

Existen otros motivos de consulta menos frecuentes, como:

  • adherencias de los labios,
  • himen imperforado (malformación congénita en la que el himen ocluye totalmente la vagina),
  • quistes uretrales, entre otros,

que suelen detectarse de manera precoz en la evaluación médica de la recién nacida. Pero en ocasiones su diagnóstico se hace tardíamente.

Los ginecólogos especialistas en atender niñas y adolescentes, poseen la formación adecuada para detectar estas patologías y emplean las técnicas necesarias para que la exploración ginecológica sea llevada a cabo con la mayor sutileza, y de esa forma crear un ambiente de tranquilidad y confianza para la niña y sus padres.

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