Embarazo con malformaciones congénitas uterinas
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¿Qué es una malformación congénita uterina?
Las malformaciones congénitas uterinas son alteraciones en la forma externa y/o interna de la matriz que se producen durante su desarrollo en la etapa embrionaria.
Pueden afectar tanto al cuerpo uterino como al cérvix, y también pueden coexistir con malformaciones vaginales y del tracto urinario de la paciente. Cuando la anatomía normal está alterada de manera significativa, existe mayor dificultad en la consecución de un embarazo y es mayor la posibilidad de que aparezcan complicaciones durante el mismo. Varios son los mecanismos involucrados.
¿Hay riesgo de aborto si tengo una malformación uterina?
En muchas de estas malformaciones del cuerpo uterino encontramos una cavidad endometrial distorsionada y a menudo reducida respecto a la que observamos en condiciones normales, con una disposición anómala de las fibras musculares y una menor capacidad de distensión para albergar un nuevo organismo que presenta un vertiginoso ritmo de crecimiento.
Todo ello conduce a un aumento del porcentaje de abortos durante el primer y el segundo trimestre y a la aparición de contracciones uterinas prematuras que pueden desencadenar el parto antes del término, lo que constituye la complicación obstétrica más frecuente en estas pacientes. También vamos a encontrar anomalías placentarias como placenta previa o placenta ácreta, más frecuencia de desprendimiento precoz de la misma y mayor número de rotura prematura de membranas. Las presentaciones anómalas, podálicas o transversas, al final del embarazo no son infrecuentes y aumentan los partos por cesárea. El incremento de partos instrumentales o por cesárea se debe asimismo a la aparición de distocias dinámicas, es decir, no se consiguen contracciones eficaces que permitan el normal devenir de la fase de dilatación y del expulsivo.
Además, debido a una combinación de los factores anteriores, a menudo los fetos durante la gestación sufren una restricción o disminución del crecimiento intraútero y bajo peso al nacimiento, y esporádicamente pueden presentar ciertas malformaciones como el pie equinovaro u otras anomalías posicionales de las extremidades por falta de espacio.
Por otro lado, las malformaciones que afectan al cuello del útero pueden producir una insuficiencia ístmico-cervical, que se traduce en una incapacidad del cérvix para mantenerse cerrado y “contener” así el embarazo dentro de la cavidad uterina, desencadenando abortos tardíos o prematuridad extrema.
Tratamiento de las malformaciones uterinas
Hemos de concluir por tanto, diciendo que muchas de las malformaciones que distorsionan significativamente cavidad o cuello del útero suponen una situación de riesgo añadido para la gestación. Dichas pacientes deben ser contraladas en unidades obstétricas de alto riesgo, en las que el seguimiento estrecho permita llevar a buen puerto todo el proceso del embarazo y del parto para conseguir nuestro objetivo: un recién nacido sano y a término.