Medios de cultivo embrionario
Son muchos los avances introducidos en el laboratorio de fecundación in vitro (FIV) en los últimos años. Todos ellos dirigidos a mejorar las tasas de éxito. Una de las cuestiones que más interés ha suscitado es la composición de los medios de cultivo. El objetivo principal de las técnicas de fecundación in vitro (FIV) es la obtención de embriones viables capaces de implantar y generar un embarazo que culmine en el nacimiento de un niño sano. Sin embargo, el cultivo de embriones en condiciones subóptimas se correlaciona con la disminución de la viabilidad de los mismos.
Los medios de cultivo empleados en los albores de la medicina reproductiva eran los mismos que se utilizaban para el cultivo de células somáticas. Se trataba de soluciones salinas básicas, que con el tiempo fueron evolucionando hacia composiciones cada vez más complejas.
Evolución de los medios de cultivo para embriones
No fue hasta mediados de los años 80 que aparecieron los primeros medios de cultivo diseñados específicamente para el cultivo de embriones humanos. Menezo (1984) incorporó por primera vez al medio una combinación definida de aminoácidos, además de utilizar albúmina sérica como fuente de macromoléculas. Poco después, Quinn (1985) publicó la composición de uno de los medios de cultivo que más se han empleado en los laboratorios de FIV. Se dio a conocer con el nombre de HTF (Human Tubal Fluid) y consistía en una solución salina balanceada, libre de aminoácidos a diferencia del anterior, en la que la concentración del ión potasio era igual a la del tracto reproductor femenino.
Todas estas modificaciones en la formulación de los medios supusieron un incremento en las tasas de embarazo transfiriendo embriones tras 2 o 3 días de evolución. Sin embargo, no ofrecían las condiciones necesarias para sostener el desarrollo embrionario hasta estadios más tardíos (blastocisto).
Los medios convencionales no tenían en cuenta la naturaleza dinámica del metabolismo del embrión durante su desarrollo. Las investigaciones sobre el metabolismo embrionario que definían los cambios fisiológicos que se daban in vivo a lo largo del tracto reproductor, dieron solución a esta limitación. Los datos obtenidos sugerían que los requerimientos nutricionales variaban a lo largo del desarrollo del embrión, cambiando la preferencia por el sustrato energético. En estadios tempranos el embrión empleaba piruvato y lactato como sustrato, y no utilizaba glucosa, que podía llegar a ser tóxica para el embrión a determinadas concentraciones. Por otro lado, tras la activación del genoma embrionario, el metabolismo se basaba en el uso de glucosa. En respuesta a estos resultados se varió la composición de los medios.
A mediados de los 90, surgieron los denominados medios secuenciales, cada uno de ellos diseñado para cubrir las necesidades metabólicas y nutricionales del embrión en cada fase de desarrollo. Pronto se comercializaron y se convirtieron en el sistema más generalizado de cultivo embrionario en los laboratorios de FIV.
Jaime Guerrero, biólogo del Instituto Bernabeu