En la FIV los espermatozoides del varón previamente capacitados son depositados junto con los ovocitos de la mujer en un medio de fertilización con el objetivo de conseguir una fecundación lo más similar posible a la que ocurre de forma natural. En la ICSI los espermatozoides son también capacitados pero en este caso se introducen mediante un sistema de micromanipulación en los ovocitos maduros.
Ambas técnicas se aplican dependiendo de multitud de factores tanto masculinos como femeninos. Es importante destacar que debido a la variabilidad intraindividual de la calidad seminal, el mismo día de la realización del tratamiento los embriólogos y ginecólogos deben decidir si mantienen o no la realización de la técnica informada a la pareja, siempre con el objetivo de lograr una óptima fecundación.
Siempre y cuando la calidad seminal de la muestra en el día de la recogida ovocitaria lo permita según los criterios de la Organización Mundial de la Salud (2010).
Indicaciones de la ICSI
Normalmente se emplea cuando hay alteraciones graves o moderadas de la calidad seminal. También puede utilizarse tras fracaso previo de un ciclo de FIV convencional y cuando existe una baja calidad ovocitaria.
En ocasiones se pueden utilizar ambas técnicas realizando así un tratamiento mixto. De este modo se puede obtener más información sobre una EOD y así poder utilizar en futuros tratamientos la técnica más adecuada. Este tratamiento mixto se utiliza cuando el semen muestra alteraciones leves.
En el Instituto Bernabeu actualmente existe una tasa de fecundación similar entre las dos técnicas (FIV e ICSI), siendo de aproximadamente un 70%.